Historia Tóxica IV: Fugu y teatro kabuki… delicias por la que morir

Peces de la especie Takifugu rubripes, un peligroso manjar.

Peces de la especie Takifugu rubripes, un peligroso manjar.

No se asusten por el título de esta cuarta (y última entrega) de las historias tóxicas que he estado compartiendo con todos ustedes puntualmente a través de esta web. Pasadas unas líneas y unos cuantos párrafos lo entenderán perfectamente.

Por el título ya habrán podido advertir que tiene como uno de los protagonistas principales al fugu, también conocido bajo el nombre de pez globo por su peculiar comportamiento de defensa frente a otros depredadores. Así, bajo el nombre vulgar de “fugu” se engloban casi medio centenar de especies correspondientes a los géneros Takifugu, Lagocephalus, Sphoeroides y a los peculiares peces erizos del género Diodon. Para simplificar nuestra historia tóxica, nos quedaremos con la especie más representativa.

Takifugu rubripes es todo un manjar en Japón, pues es el componente principal del sashimi, especialidad gastronómica japonesa que cuesta unos 400€ el plato y que quienes lo han probado dicen que la ambrosía debe ser lo más parecido a comer este pescado crudo finamente loncheado. Todos sabemos que este pez puede ser mortífero, ya que todo él está cargado de tetradotoxina: una potente neurotoxina que bloquea la entrada de iones de sodio en las neuronas por los canales del mismo nombre e impide la correcta circulación de los impulsos nerviosos. Quienes consumen fugu están adquiriendo un manjar, pero también corriendo un riesgo, pues si se consume por accidente el hígado, las gónadas o los intestinos estamos jugando sin saberlo a una especie de ruleta gastronómica… Y si lo hacemos de manera intencionada, estamos cometiendo poco menos que la osadía de un suicidio involuntario, como le ocurrió al famoso actor de kabuki Mitsugoro Bando, quien fuera considerado tesoro nacional nipón por sus interpretaciones de Kakogawa Honzo en el cuento de los 47 Ronin. Puede parecer cómico que por una serendipia de la vida, un actor de obras teatrales dramáticas japonesas fuese a morir de manera no menos dramática.

El famoso actor de kabuki Mitsugoro Bando.

El famoso actor de kabuki Mitsugoro Bando.

En enero de 1975, Bando se encontraba en Kyoto con unos amigos y decidió ir a un restaurante a comer “fugu kimo”, un plato preparado única y exclusivamente a base de hígado de fugu. Bando gustaba de la agradable sensación de hormigueo que le producía en la lengua y los labios el comer el hígado de este pez y desechó las advertencias de sus amigos, que le recordaron lo peligroso de desarrollar aquel opíparo festín. Lo que mató a Bando según conocemos de los análisis de la autopsia y todos atisban a resolver fue envenenamiento por tetradotoxina. Falleció 8 horas después en la habitación de su hotel, pues lo que empezó como un hormigueo en la lengua y labios no era más que el aviso de lo que le sobrevendría posteriormente: parálisis de brazos y piernas, dificultad respiratoria, convulsiones y finalmente, la muerte, ya que frente a la tetradotoxina no se conoce ningún antídoto.

La muerte de Bando conmocionó al país, pero hasta 1983, año en que el gobierno japonés  prohibió la comercialización de hígado de fugu, muchos murieron por comer esta víscera que según cuentan, es una exquisitez aún mayor de la propia carne del pez. Actualmente y por fortuna el número de fallecimientos debido a la ingestión de fugu es menor, salvo arrojados que deciden prepararlo por su cuenta y riesgo, ingiriendo estas partes tóxicas anteriormente expuestas líneas arriba.

Hoy día, la formación de los cocineros de fugu está estrictamente regulada y controlada. Los aspirantes a convertirse en restauradores que desarrollen sus servicios en establecimientos que sirven fugu, deben ser capaces de despellejarlo y cortarlo en lonchas para sashimi superando un examen que mide la destreza y velocidad a partes iguales: en 20 minutos deben ser capaces de diseccionar el pez en trozos comestibles y “prohibidos”, marcándolas con las etiquetas correspondientes (rojas para las tóxicas y negras para las que pasan a cocina), para finalmente presentar el plato de manera atractiva al jurado. Como curiosidad, de los casi 1.000 candidatos que se presentaron a examen en el año 2012, tan sólo un 57% lo aprobó.

Tras haber visto este caso, debemos decirle a Hipócrates que no debía conocer la existencia del pez fugu cuando sentenció aquello de: “Que tu medicina sea tu alimento y el alimento tu medicina”. A Mitsugoro Bando, el alimento proporcionado en su tóxica última cena no le sirvió para superar sus supuestos problemas emocionales, según cuenta la crónica rosa nipona.

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