Síndrome sin piedad IV: El ataque de los comedores… ¿de moho?

Representación artística del trastorno de alotrofagia, también conocido como síndrome de Pica.

Representación artística del trastorno de alotrofagia, también conocido como síndrome de Pica.

Todos sabemos que en Riverdale, Illinois, ocurrían cosas muy extrañas. Una extraña nave alienígena que aterrizó allí, se apoderó mentalmente de sus ciudadanos y tomaba poco a poco el control de las autoridades y trabajadores de la localidad. A estos alienígenas se les conoció en el celuloide gracias a Bruno VeSota como “brain eaters”, devoradores de cerebro en román paladino. Sin embargo, nuestra cuarta entrega de los síndromes sin piedad hablará de “individuos alienígenas comedores de moho”. No recordáis la película, ¿verdad? Obviamente, puesto que tal película no existe (o al menos no se ha encontrado aún al osado que se atreva a grabarla). Hablamos en este caso de humanos comedores de moho. Y de tiza, tierra, yeso, cenizas de cigarrillos, pintura… ¡incluso excrementos! Vayamos rápido que se me empieza a poner el estómago al bies.

Imagen de una urraca (Pica pica), ave por la que recibe su nombre este peculiar "trastorno  dietético".

Imagen de una urraca (Pica pica), ave por la que recibe su nombre este peculiar “trastorno dietético”.

Enfermedad de pica. Así se llama el trastorno que define a los individuos que sufren la extravagante dieta descrita líneas arriba. El nombre de la enfermedad proviene del vocablo latín con que se nombra a la urraca (Pica pica), ave de la familia Corvidae conocida por ingerir sustancias poco apetitosas o no comestibles. A diferencia de lo que pueda parecer, no es un trastorno descrito únicamente en humanos por similitud con el comportamiento fágico de estos particulares animales voladores color azabache, ya que ha sido descrito en otras especies animales tales como caballos, loros, elefantes u ovejas, incluyendo por supuesto a los domésticos perros y gatos, quienes ingieren sustancias tales como madera, papel, tierra o huesos entre otras muchas sustancias. A estas alturas muchos de ustedes se estarán preguntando ¿qué lleva a estos individuos a comer semejantes “porquerías”? ¿Se debe a una discapacidad neurológica de los animales que la padecen? En caso de que así fuera, ¿tiene cura conocida?

Dentro del trastorno de la pica, el caso más extensamente estudiado entre los animales, incluyendo al hombre, es el de la geofagia. De esta forma, al realizar el estudio de la tierra ingerida en primates, se advirtió que la composición de la misma contenía caolín, carbón vegetal y otros componentes que explican la neutralización de los tóxicos presentes en las hojas y vegetales que consumen habitualmente, sintiendo de esta manera un alivio de las molestias digestivas (epigastralgia, diarrea, etc…) que pudieran causarles. Desde esta perspectiva, en el caso de los primates, esta práctica que a priori pudiera parecer infrecuente, se consideraría como una adaptación beneficiosa para la especie.

Exposición e inventario del contenido estomacal de un humano afectado por el síndrome de Pica.

Exposición e inventario del contenido estomacal de un humano afectado por el síndrome de Pica.

Dije anteriormente que también afecta a la especie humana y a estas alturas no he mencionado ningún caso. Deberían saber que los divulgadores, como los magos, nos guardamos siempre un as en la manga. De la misma manera que ocurría con nuestros parientes simiescos no humanos, la pica es un trastorno que aparece frecuentemente en nuestra especie, concretamente entre mujeres embarazadas. Queridas amigas y lectoras, no se enfaden. Los antojos y el síndrome de pica son poco parecidos, pero es innegable que hay descritos numerosos casos en la medicina de féminas encinta que se “antojan” durante su embarazo por comer tizas o yeso, tal y como mencioné al comienzo de este escrito. Esta práctica no se debe a individuos perturbados o de gustos estrafalarios, la pica no es la antítesis del síndrome de Gourmand. Como en el caso de nuestros parientes primates geófagos anteriormente descritos, las embarazadas que desarrollan esta práctica, lo hacen para suplir la carencia de calcio durante el período de gestación.

Tras daros este susto, debo deciros estimadas lectoras que no deben temer por su vida, ya que el síndrome aparece en el primer y segundo trimestre de embarazo y desaparece con el alumbramiento, aunque no es menos cierto que la pica puede causar efectos nocivos en el bebé. Deben imaginar que el hecho de ingerir sustancias no comestibles puede evitar que el organismo absorba los minerales y nutrientes necesarios para el correcto desarrollo embrionario de la prole, con lo que tras esta carencia derivada de la práctica habitual de la pica, el bebé no obtendría una alimentación adecuada y por extensión provocaría complicaciones a la hora del parto, como son que el niño nazca con un peso inferior al normal o que incluso el neonato naciese muerto.

Para contestar la pregunta que formulé sobre si podría deberse a una alteración neurológica, cabe decir que el síndrome de pica ha sido estudiado por pediatras, ginecólogos, psiquiatras, nutricionistas o incluso antropólogos y todos lo han interpretado como un trastorno de diversas causas: alimenticio, mental, conductual, etc… Es cierto que se ha descrito a menudo a este síndrome como uno de los síntomas relacionados con el síndrome de Kluver-Bucy, trastorno de la conducta que se desencadena debido al malfuncionamiento de la amígdala y los lóbulos temporales bilaterales. Sin embargo, los neurocientíficos no han descubierto ninguna lesión cerebral en el caso de los individuos que a priori sufrían Kluver-Bucy y sólo mostraban como característica de ésta únicamente la bulimia, faltando otros como la astereognosia o prosopagnosia (incapacidad para reconocer objetos y caras respectivamente), las cuales se consideran características definitorias del mismo.

Ejemplo de geofagia. Los infantes son muy propensos a llevarse a la boca todo objeto que esté en su campo visual como forma de testar el mundo. No debemos confundir este inocente comportamiento infantil con el trastorno alotrofágico.

Ejemplo de geofagia. Los infantes son muy propensos a llevarse a la boca todo objeto que esté en su campo visual como forma de testar el mundo.
No debemos confundir este inocente comportamiento infantil con el trastorno alotrofágico.

Finalmente, cabe decir que el motivo que desencadena tal conducta parece estar más cerca de desenmascarse. Así, Swift encontró que la carencia de cinc era el desencadenante de la pica, ya que después de administrar cinc a jóvenes consumidores de tierra, notó una mejoría o disminución de esta práctica en los sujetos experimentales. Esto concuerda a la perfección con los experimentos realizados por Danford, quien observó que el 53% de los afectados por pica tenían defectos en la cantidad de cinc mínima en sangre. Danford estimó que a este hecho había que sumar además el de la anemia ferropénica, plasmada en la analítica sanguínea realizada a los sujetos experimentales. Esta anemia se caracteriza por un descenso de hierro en el organismo, con lo que aparece un déficit de hemoglobina al no poderse construir el grupo hemo del mismo por falta de este elemento esencial.

La disonancia entre ambos es que Swift asegura que la falta de cinc multiplica por 6 las veces de sufrir pica, mientras que Danford asevera que es el hierro el único implicado. Probablemente, como suele ocurrir a menudo en el mundo científico, la respuesta sea una conjunción de ambas hipótesis. O no, quién sabe. Es tanto lo que ignoramos acerca de nuestro cerebro y su funcionamiento, que deberíamos preguntarles a los alienígenas que tomaron Riverdale por el software utilizado por nuestra particular computadora y cómo lo manipularon para tenernos a su entera disposición. Después de todo puede que sea cierto aquello que dicen de que todas las mentiras conducen a la verdad.

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