Historia Tóxica II: El extraño caso del monje que se embalsamó a sí mismo.

Momia del sacerdote conocido como Daijuku Bosatsu Shinnyokai Shonin

Momia del sacerdote conocido como Daijuku Bosatsu Shinnyokai Shonin.

A menudo, vivir de acuerdo con los preceptos de una religión estricta (aunque en este caso podríamos decir que se tratan de unas estrictas convicciones que después han derivado en una secta con marcado carácter esotérico) puede resultar mortal. Para adentrarnos en el caso que pasaré a exponer en breve nos debemos trasladar a las faldas del monte Yudono, en la prefectura japonesa de Yamagata, hacia el norte de Japón.

Es esta tierra popularmente conocida como la de los sacerdotes momificados, aquellos que al seguir un estricto rito de purificación conocido como “entrenamiento de los mil días”, se envenenan deliberadamente conforme a las enseñanzas del maestro Kukai, un antiguo monje del siglo IX seguidor de una corriente esotérica del budismo llamada shingon.

Bajo la máxima y principio fundamental de “yo sufro para que tú puedas vivir”, durante 76 años, el sacerdote conocido como Daijuku Bosatsu Shinnyokai Shonin vivió en austeridad. No se alimentaba de nada más que de bayas, cortezas de árboles y frutos secos, pasándose los días y las noches escalando las montañas cercanas a la zona, tanto en el calor del verano como bajo las nevadas del invierno. Cuando sintió que se acercaba su fin, dejó de comer por completo, alimentándose durante este ayuno del sacrificio personal que suponía este hito. Como consecuencia de este severo ayuno se fue quedando cada vez más delgado, y únicamente bebía una infusión preparada con la savia del árbol de la laca (Toxicodendron vernicifluum). Hay que recordar a los más despistados que esta laca es usada para conservar de manera duradera múltiples objetos decorativos, y no es el tipo de laca que usan nuestra abuelas para mantener hermosos sus peinados.

El motivo por el que tomaba esta infusión es que la savia de este árbol es tóxica, como ya habrán adivinado por el comienzo del epíteto genérico, de tal manera que esta bebida le inducía vómitos y abundante producción de orina, que le fue desecando el cuerpo, pues la savia de Toxicodendron es tremendamente purgante. De esta manera, reseco y demacrado, el peculiar sacerdote se fue marchitando progresivamente.

Árbol de la laca, Toxicodendron vernicifluum.

Árbol de la laca, Toxicodendron vernicifluum.

Cuando murió víctima de los excesos (o quizás sería más correcto decir defectos) a los que había sometido su cuerpo, allá por el año 1783 y con 96 años de edad, fue enterrado bajo un montículo de tierra y piedras, y tres años después, cuando exhumaron su cadáver, su piel estaba laqueada sobre el esqueleto y su cuerpo no se había descompuesto (probablemente debido también a cierta cantidad de arsénico ingerido durante la dieta, lo que hizo imposible la putrefacción del cuerpo por parte de las bacterias). Había pasado a convertirse en un sokunshinbutsu o lo que es lo mismo “Buda instantáneo”.

Actualmente, Daijuku Botatsu Shinnyokai Shonin reside en un urna de cristal en el templo de Dainichibo, envuelto en ropajes rojos y dorados. Está sentado en actitud meditabunda. Un hombre de “fe” embalsamado por el tiempo, la tradición de sus creencias y la ingestión deliberada de veneno, con la dedicación de servir a los demás a través del sufrimiento y la negación del propio yo.

Sus seguidores aseguran que a menudo morimos como hemos vivido: los valientes como valientes, los cobardes como tales. A lo largo de la historia el veneno ha servido para ambas cosas, ejemplos encontramos en Sócrates, quien aceptó la sentencia con gallardía, o en Cleopatra, quien prefirió la muerte a ser exhibida por Octaviano como botín de guerra. En este caso concreto, son ustedes quienes deben decidir de qué se trata.

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